La única dificultad montañosa de la etapa será el Portillo de Busto, de Segunda Categoría, ubicado en el kilómetro 26

Una de las cinco etapas sobre las que se disputará la XXXIX Vuelta a Burgos, del  1 al 5 de agosto, unirá las localidades de Oña y Belorado. Será una etapa prácticamente llana de 153 kilómetros en la que los velocistas tendrán que aprovechar una oportunidad que no tendrán en El Castillo, Picón Blanco ni Las Lagunas de Neila.

La Vuelta a Burgos regresará ocho años después a Oña, que acogió una salida de etapa en la edición de 2009. Desde allí, y con el monasterio de San Salvador de Oña como testigo, el pelotón se dirigirá a Pino de Bureba, Cornudilla, La Parte de Bureba y Quintanaélez, desde donde se afrontará la ascensión al Alto del Portillo de Busto (2ª Categoría), que será la única dificultad montañosa de la jornada.

A partir de ahí el recorrido contempla el paso por localidades como Frías y Trespaderne antes de volver a Oña (Km.64) para dirigirse posteriormente a Poza de la Sal y Briviesca para afrontar los últimos 43 kilómetros de etapa.

El Instituto provincial para el Deporte y Juventud (IDJ) de la Diputación de Burgos, entidad organizadora de la prueba, ha apostado para esta etapa por un recorrido rápido y nervioso que obligue a todos los equipos con velocistas a estar atentos en cabeza de carrera para llegar bien colocados al final.

Al igual que en la primera parte de la etapa se contempla un doble paso por Belorado. Así desde Briviesca la carrera se dirigirá a Cerezo del Río Tirón para hacer un primer paso por Belorado, que celebra este año los 900 años de la concesión del Fuero, a falta de 10 kilómetros para el final. Desde allí, y con la carrera lanzada, el pelotón se dirigirá a San Miguel de Pedroso para afrontar  los últimos 5 kilómetros hasta la línea de meta.

Belorado volverá a ser por segunda vez llegada de una etapa de la ronda burgalesa después de serlo en la contrarreloj que salió en 2011 desde Pradoluengo.